Y su padre dijo:
“la revolución se hace en la calle”.
Y desde entonces soy un científico.
Un científico/un hombre de ciencia/una mujer de ciencia/ un cuerpo con ciencia/un animal sobre ciencia/un juego de lenguas distintas y largas como una calle que no se acaba.
Y ya para cuando venga el ave fénix,
le diré: “he aquí la máxima ciencia: La Calle”.
Y después la soga se hará liquida
Y publicaremos los restos de este inter-texto
Y seremos como fantasmas o ecos radiantes de un feliz desencuentro
entre ciencia-revolución-calle y renacimiento.
Y
Arderemos,
Arderemos,
Arderemos
Incendiando nuestras propias e impersonales aporías.
Y todo lo que acaba o comienza con un padre no será si no otra soga liquida en el camino repleto de abstracciones rotas y descripciones de sueños en habitaciones pequeñas o grandes o intermedias.
Ecos radiantes de un feliz desencuentro.
Y
Arderemos,
Arderemos,
Arderemos.